Es imposible seguir el ritmo día tra día, sin fallar.
Falla el cuerpo, falla el ánimo, falta el aliento.
Fallas tú. O falla alguien cercano.
Sobran los motivos. Mike Tyson aparece y hace su parte.
Y derrepente, necesitas parar.
¿Una baja? ¿Una excendencia?
Quizás la ansiedad te la provoca el trabajo.
O quizás simplemente te gustaría parar, ¿un año sabático? ¿Unos meses para reenfocar tu vida? ¿Unos años para dedicarle a la familia?
Pero, ¿puedes parar?
O quizás la pregunta es ¿puedes permitirte parar?
Seguramente pensarás “No” aunque generalmente la respuesta es “No lo sé”.
No lo sabes porque no te has parado a pensar lo que supone no generar ingresos durante un tiempo. Ni si quiera te lo has planteado como opción.
¿Cuál es el coste de parar?
Lo primero que te vendrá a la cabeza será el coste de no tener tu nómina.
Pero tener una actividad tiene otros costes asociados como el coste del transporte, vestimenta, comer fuera de casa, actividades “para recargar pilas”, etc.
¿Qué recursos tengo?
¿Ahorros? ¿Un colchón que cubra unos meses de tu vida?